Ejercicio y cerebro: más no es siempre mejor

La hormesis del ejercicio físico es un fascinante ejemplo de cómo los estresores controlados pueden desencadenar adaptaciones beneficiosas en el organismo, en particular en el cerebro. El concepto de hormesis describe una respuesta bifásica a un estímulo: las dosis bajas o moderadas inducen efectos positivos, mientras que dosis elevadas resultan dañinas. En el contexto del ejercicio, esta “curva en U invertida” se ha documentado en estudios neurobiológicos y fisiológicos.

A nivel cerebral, el ejercicio moderado estimula la neurogénesis en el hipocampo, la liberación de factores neurotróficos como el IGF1 y el BDNF, y la modulación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina. Estos mecanismos contribuyen a mejorar la plasticidad sináptica, la memoria y el estado de ánimo. Desde un enfoque molecular, el ejercicio regula la inflamación, el estrés oxidativo y la salud mitocondrial, promoviendo la resistencia neuronal al daño.

Sin embargo, la evidencia científica indica que un exceso de ejercicio —ya sea en duración o intensidad— tiene un efecto opuesto. Varios estudios han demostrado que ejercicios extenuantes aumentan los niveles de cortisol y marcadores proinflamatorios, lo que puede reducir la producción de IGF1 y BDNF, limitar la neurogénesis y favorecer la neurodegeneración. El sobreentrenamiento no se asocia siempre a mejoras cognitivas, emocionales o menor riesgo de lesión cerebral. Uno de los ejemplos recientes es el trabajo de nuestro laboratorio en el Instituto Cajal del CSIC en Madrid: eBioMedicine The Lancet, 5:119:105876. doi: 10.1016/j.ebiom.2025.105876. En futuras entradas, abordaremos estudios que se harán próximamente sobre la capacidad cognitiva en ultramaratonianos.

Cada persona posee un umbral distinto para alcanzar los beneficios plenos del ejercicio antes de cruzar el punto de inflexión de la curva hormética. Este umbral depende de factores individuales como la edad, el nivel de condición física, la genética y el entorno, así como el historial de fitness físico de cada persona. Por eso, es fundamental que cada uno evalúe su respuesta personal al ejercicio, identificando la dosis óptima que favorezca la salud cerebral sin dañar el equilibrio neurobiológico.

En próximas entradas de NeuroHormesis discutiremos estrategias prácticas para calcular ese punto de inflexión personal. Recuerda: para el cerebro, más no es mejor. Lo esencial es romper el sedentarismo y mantenerse activo de manera sostenible, evitando el agotamiento físico y cognitivo.

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