Recién llegados a los mecanismos mediadores del ejercicio en el cerebro

El ejercicio físico es uno de los más directos (y baratos) moduladores de la salud cerebral, y cada día se descubren nuevas claves que nos ayudan a entender sus mecanismos moleculares y celulares. En los últimos años, además de los clásicos factores neurotróficos y cambios vasculares, así como la neurogénesis adulta (la formación de nuevas neuronas durante la vida adulta), han surgido nuevos protagonistas que median cómo el ejercicio influye en el cerebro. Hoy destacamos cuatro recientes y fascinantes actores, que han irrumpido en el campo de la Neurobiología del ejercicio como auténticos bólidos: los microRNAs, la microbiota intestinal, las mitocondrias de las neuronas hipocampales y la irisina.



Los microRNAs son pequeñas moléculas de ARN no codificante que regulan la expresión génica. En el contexto del ejercicio, estos reguladores epigenéticos modulan procesos como la neurogénesis o la plasticidad sináptica. Durante y después de la actividad física, la expresión de ciertos microRNAs cambia, promoviendo un ambiente favorable para las neuronas. Así, estos pequeños mensajeros actúan como mediadores internos que traducen la señal del ejercicio en adaptaciones moleculares beneficiosas para el cerebro. Pero también son los mediadores de las señales de estrés. Por ello, también podrían estar implicados en la pérdida de esos beneficios cerebrales tras el ejercicio extenuante, si lleva implicado un estrés.

Por otro lado, la microbiota intestinal —la comunidad de microorganismos que habita nuestro intestino— ha emergido como un eje central en la comunicación bidireccional con el cerebro, el llamado eje intestino-cerebro. El ejercicio modifica la composición y función de la microbiota, fomentando la proliferación de bacterias que, a través de metabolitos o su relación con el nervio vago, influyen en la función cerebral. Estos cambios microbiológicos pueden afectar procesos como la producción de neurotransmisores, contribuyendo a un cerebro más resiliente y adaptativo.

Las mitocondrias en las neuronas del hipocampo juegan un papel crucial en el metabolismo energético y la supervivencia celular. Son las centrales energéticas que garantizan que las neuronas dispongan de la energía necesaria para sus funciones, incluyendo la plasticidad y la neurogénesis. El ejercicio mejora la función mitocondrial, necesaria para un cerebro más activo debido al ejercicio, y aumentando su eficiencia y resistencia al estrés oxidativo. Así, las neuronas hipocampales se vuelven más capaces de generar nuevas conexiones, fundamentales para el aprendizaje y la memoria.

Finalmente, la irisina, una hormona liberada por el músculo durante el ejercicio, ha captado mucha atención por su capacidad para cruzar la barrera hematoencefálica y actuar directamente sobre el cerebro. La irisina promueve la secreción de factores tróficos del cerebro, impulsores de la plasticidad neuronal y la neurogénesis. Además, contribuye a la reducción de procesos inflamatorios y al equilibrio metabólico en el sistema nervioso central. Así, la irisina es un reflejo del diálogo activo entre el músculo y el cerebro mediado por el movimiento.

Volveremos más adelante para detallar más profundamente lo que conocemos de todos estos recién llegados al mundillo de los mecanismos mediadores del ejercicio en el cerebro. ¡¡ No te pierdas las próximas entradas del blog !!

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